domingo, 29 de enero de 2012

LIBRO "UN SIGLO DE TEATRO EN MÉXICO" México 2012


Rodolfo Obregón





En 1992, como parte de las conmemoraciones del llamado “Encuentro de dos mundos”, se editó en España el Inventario Teatral de Iberoamérica Escenarios de dos mundos. El tomo 3, incluye la sección dedicada a revisar el desarrollo del teatro mexicano durante el siglo XX y es una referencia imprescindible para quienes nos ocupamos del tema, pero su circulación limitada y su enfoque dirigido hacia el lector extranjero hicieron evidente la necesidad de una publicación semejante en nuestro país.

Por ese motivo, hay que señalar antes que nada que desde su aparición Un siglo de teatro en México es ya un libro imprescindible. Imprescindible para los estudiantes de teatro pues, por increíble que parezca, las escuelas profesionales de la especialidad no suelen incluir la revisión de nuestra tradición escénica en sus planes de estudios. Imprescindible porque al ser incluido en un proyecto tan ambicioso y amplio como la Biblioteca Mexicana, se hace un acto de justicia con el teatro, ninguneado e incluso desaparecido en otros compendios culturales escritos por literatos.

Imprescindible, finalmente por el grupo de autores convocados bajo la rigurosa coordinación de David Olguín –pocas personas pueden presumir en nuestro ámbito escénico de un reconocimiento definitivo entre quienes hacen la vida de la escena y el mundo editorial en torno de ella como el de este dramaturgo, director, editor, ensayista y maestro.

Por lo demás, hay que celebrar la aparición de este libro, en relación con su antecedente, pues por razones obvias de tiempo pudo redondear la centuria y aún proyectar sus ecos en la primera década del siglo XXI; aunque –come era de esperar- no logre del todo escapar del todo a la paradoja fisiológica de la mirada señalada por Eric Bentley: cuando nos acercamos demasiado el objeto, dejamos de ver.

Pero, sobre todo, hay que subrayar el mérito de que, como aquella edición lo hizo con el lector de otros países, ésta haya sido pensada y dirigida a un público general interesado en los avatares del arte escénico. En los casi veinte años que han transcurrido entre una y otra publicación, y como bien señala Olguín en su texto introductorio, la escena de papel ha desafiado las recurrentes restricciones económicas y nunca antes se había publicado tanto teatro y tantas reflexiones y estudios sobre él; pero la enorme mayoría de los estudios críticos o historiográficos comparten la tendencia centrípeta de la producción escénica: una producción que no logra romper el cerco del autoconsumo.

Es importante señalarlo, porque precisamente ese eje, el de las relaciones que el teatro y sus moradores han establecido con el entorno social a lo largo de un siglo, sus mutaciones, encuentros, desdenes y apasionamientos; el inestable lugar que el arte escénico ha tenido en el ámbito de la cultura mexicana, sus vínculos y rupturas; el que recorre con mayor brío esta reunión de textos que marca de paso un relevo generacional en relación –nuevamente- con quienes colaboraron en aquel primer inventario. (Aunque acaso se echen de menos aquí dos voces presentes entonces: Josefina Brun y, sobre todo, Edgar Ceballos)

En ese sentido, habría que completar el panorama aportado por este volumen con dos movimientos fundamentales del teatro mexicano, que apenas son consignados en sus páginas: el teatro independiente de los años 70 y principios de los ochenta y el amplísimo movimiento de teatros comunitarios donde perviven formas de representación que desafían cualquier clasificación temporal.

En cuanto al primero, amén de su posible fracaso estético, fue un movimiento que no sólo desafío los modos de producción habituales sino que colaboró a modificar –a la par de una apertura política igualmente inacabada- las estructuras discrecionales del teatro público tanto en su vertiente universitaria como en la oficial, y cuyas ramificaciones abarcan momentos y creaciones excepcionales del teatro mexicano.

La importancia del segundo, amén de sus ligas con políticas públicas de aplicación del lenguaje teatral para fines sociales –que corren desde la cruzada del Teatro Guiñol hasta las más de mil representaciones de una obra como El extensionista-, queda manifiesta en un censo realizado por el equipo de investigación del Dr. Tomás Ejea durante 2009 tan solo en la Ciudad de México: de las 13,000 funciones de 780 obras consignadas en ese año, el 30% pertenecieron al rubro cuyo objetivo principal es comercial, el 30% a la acción del Teatro Público y el restante 30% a los esfuerzos atuogestivos de los Teatros Comunitarios.

Por lo demás, hay que decir que aunque el criterio de un desarrollo temporal –y en ese sentido evolutivo- sigue permeando nuestra lectura de la historia del teatro, sobresalen en este libro las colaboraciones que atraviesan las capas geológicas en busca de signos de vida, de discontinuidades que sin embargo tienden a reaparecer a pesar de las fracturas temporales. Y en esa medida, permiten observar que los movimientos de las diversas y a menudo contrapuestas posiciones y tendencias del pensamiento y la acción artística no siguen una línea recta y ascendente. Que –como sugería el director escénico Tadeusz Kantor- “se asemejan más bien a las trepidaciones, a algo que se forma espontáneamente, en múltiples direcciones, por causas inesperadas y no bien identificables; y (que, del mismo modo,) si algo desaparece, no significa que haya muerto, sino que continúa actuando, pulsando, de una forma subterránea.”

Por último, las diferentes visiones e intereses, líneas de pesquisa, de quienes miran (o miramos, en este caso) un mismo objeto de estudio, lejos de volverse repetitiva, permite verificar la impureza de todo movimiento artístico, sus intersecciones con otras disciplinas y la pluralidad de espacios y líneas en que se mueven sus protagonistas, esa textura rugosa y esa densidad esférica de la vida que aspira a capturar el teatro y que tienden a desaparecer cuando la historia se escribe sobre la tersa superficie de las páginas de un libro.

Fuente
http://www.teatromexicano.com.mx/noticia.php?id=411

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