martes, 25 de octubre de 2011

GRACIELA Y LA RESISTENCIA CULTURAL por Gonzalo Perera (Uruguay 2011)


GRACIELA Y LA RESISTENCIA CULTURAL
Gonzalo Perera


Graciela Possamay tuvo una destacada carrera como locutora, formadora de locutores, integrante del movimiento de teatro independiente, etc. En algunos países del mundo, la cultura es construcción real y no un refinado protocolo, es la acumulación colectiva de saberes, sentires y expresiones de una sociedad y no una suerte de código de urbanidad intelectual.


Algunos hemos coincidido y discrepado con Graciela Possamay. No somos sus fans. No compartimos todas sus opciones de vida, decisiones y opiniones. Pero sentimos que la cultura deber ser plural, honrar la vivencia comunitaria y gozar de buena memoria.

Los pueblos hacen su cultura desde diversos ángulos, desde la academia y desde las calles, con la voz y el pincel, con el sonido y el silencio reflexivo.

Coincidiendo y discrepando. Nada más políticamente incorrecto que la construcción cultural. Si ha de ser cultura complacer la opinión predominante, la endogamia sensible e intelectual empobrece implacablemente. La cultura no debe portarse bien ni complacer. Debe construir, convocar y remover.

Somos muchos los plebeyos, innobles, paupérrimos militantes, librados a la mera suerte de nuestra conciencia y desabrigados de ningún seguidismo barato, que coincidimos en cambio en algo: conservar, aunque sea un poquito, la memoria. Y en ella, la voz de Graciela Possamay (y no otras voces oportunamente silenciosas), que nos convocara en reiteradas oportunidades a construir nuestra Historia, en medio del miedo y de la represión.

Fue su voz, junto a la del inolvidable Ruben Castillo, la que nos convocó al histórico acto del 1º de mayo de 1983, con agentes de inteligencia tomando fotos desde los techos linderos y un mar de pueblo diciendo que SU cultura, era la de una sociedad democrática, justa, sin exclusiones. No fue el único 1º de mayo que contó con su voz, sino una veintena. Pero tan sólo ese bastaría para que Graciela ocupara un lugar en nuestra pequeña gran historia, pues tomó el micrófono que muchos otros jamás se habrían atrevido a empuñar. Porque hizo de la resistencia cultural un acto público real, no retroactivamente retórico, hipotecando así buena parte de sus posibilidades profesionales, a diferencia de muchos otros "resistentes culturales", mucho mejor mimetizados.

Fue su voz una de las que nos convocó en el histórico acto del Obelisco el 27 de noviembre de 1983, el del “Río de Libertad”, al que convocaron todos los partidos políticos y la intersocial y que finalizó con la lectura de la Proclama a cargo de Don Alberto Candeau. Allí el pueblo uruguayo manifestó que en SU cultura no había lugar para más dictadura y que pretendía, de una vez y para siempre, una “Libertad sin Ira”, como sugería desde la cortina musical el grupo español “Jarcha”.

Fue su voz la convocante de actos políticos, gremiales, populares, culturales y sociales, así como en centros barriales, escenarios de Carnaval y espectáculos de Canto Popular, pasando por los más variados escenarios.

Porque su voz nos convocó tantas veces a expresar lo mejor de nuestra cultura, la que no dictamina ningún funcionario o mandatario autodesignadamente ilustrado, porque la cultura la hacen los pueblos, desde la memoria y la gratitud, parece un escarnio a la memoria colectiva que la solicitud de una pensión graciable a la Sra. Graciela Possamay, más allá de nuestras concordancias y discrepancias, haya sido objeto de explícito rechazo por parte del MEC. Si la cultura significa algo coherente en este país, no se puede y no se debe, a un baluarte de la cultura resistente, del Uruguay del "insilio" que ni se entregó ni se disimuló, y que le puso voz y palabras a los silencios y a los miedos de casi todos, ignorar ni ningunear el aporte de Graciela.

Pero desengáñese, compadre o comadre. Las pensiones graciables son recursos discutibles y eventualmente chocantes, claro que sí. Pero mientras existan y estén vigentes, el criterio con el que se otorgan debe ser justo, ecuánime y no debe lacerar conciencias. Y es de esperar que la franca negativa que recibió la solicitud de la compañera Possamay, que tras décadas de militancia cultural y política, se fue del FA por izquierda, merezca un acabada explicación de parte del MEC y en términos de cultura ¿Quién construyó más cultura resistente y democrática en este país? ¿Quiénes, a dicho título, se han beneficiado de pensiones graciables y con méritos superiores en sus vitrinas vitales?

La voz de Graciela, vívida, imprudente y potente y no otras, más bien silenciosas y prudentes, fue la que nos convocó muchas, demasiadas veces, arriesgándolo todo, hasta la desmemoria del presente, en las épocas de la genuina resistencia cultural, cuando reinaba el mundo del terror, la indiferencia y el silencio. Al menos, a mí me convocó la voz de Graciela Possamay decenas de veces, y en plena dictadura. Otras voces las descubrí bien más tarde.

Mientras en el MEC (filtro previo) y en el Parlamento exista el recurso de la pensiones graciables, y se informe por escrito barbaridades como las que leí, en las que se sostenía que la señora Possamay no realizó aportes sustantivos a la cultura nacional, es menester solicitar a las autoridades de la cultura que correspondan, que tengan a bien explicarnos su inextrincable concepto de resistencia cultural. Y bajo qué cernidor analizan trayectorias como las de Graciela, o del inolvidable José Germán, para una debida y cabal justipreciación.

En mi caso, no tengo la menor duda: vale mucho más el jugador que el referí a posteriori. Y la decisión sobre el caso Possamay, si no ha de ser revocada, amerita destruir el discurso de la resistencia cultural. Y con ello, aclaro por las dudas, más de un legajo, flaco y estéril al lado de la valiente voz de los “Primeros de Mayo”. Que seguir la corriente es fácil, pero poner la voz de frente a la marejada, no es para cualquiera.
Foto Santiago Possamay (Graciela Possamay)

Fuente
https://www.facebook.com/media/set/?set=a.1201146075377.32335.1430324350&type=3

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