viernes, 7 de mayo de 2010

MEMORIAS DEL TALLER DE TEATRO RINE LEAL CUBA 2010 (3)











textos e imágenes colaboración
de Esther Suárez Durán (Cuba)





M E M O R I A S

del

Taller de Investigaciones Rine Leal 2010

-día 30 de abril-



Taller Rine Leal 2010: Tercera y última jornada

Por todo lo alto cerró sus sesiones el Taller de Investigaciones Rine Leal 2010, en una nueva jornada de revelaciones, descubrimientos, homenajes que alcanzó el carácter de una verdadera fiesta del teatro cubano.

Ello resultó consecuencia, en primer lugar, de la calidad y originalidad del trabajo de sus expositores, así como de la excelente labor de los moderadores de los dos paneles que hoy culminaban el encuentro y del bienestar que desde el primer día reina entre todos los participantes.

Los encargados de presentar al auditorio a las ocho actrices programadas para este día lo hicieron a través de las más disímiles y atractivas formas: páginas web, multimedias, presentaciones titiriteras y también exposiciones de otros materiales audiovisuales como fotografías y fragmentos de videos de representaciones teatrales que hoy resultan clásicos de la escena nacional.

Los moderadores de la ocasión fueron el Maestro Titiritero Armando Morales, quien hizo gala de su arte en una excelente improvisación que dio inicio al primer panel, y ese grande de la escritura teatral cubana, el carismático Nicolás Dorr.

Los participantes celebraron la organización y realización del Taller con palabras muy elogiosas y estimulantes a la par que sus organizadores agradecían igualmente la respuesta a su Convocatoria, la activa presencia de todos durantes las tres jornadas y la especial colaboración del Proyecto Palomas y del Proyecto Imagen de Rankín. Este último vinculó arte y deporte mediante la invitación de algunas de las figuras del deporte cubano de alto rendimiento que lo integran a las sesiones del Taller. Fueron estos grandes del deporte cubano los encargados de hacer entrega de parte de los obsequios a las actrices homenajeadas. Un exquisito broche en forma de flor adornó los vestidos de cada una de ellas, en tanto perfumados abanico con sus nombres prestaron color al aire.

Al cierre ya del evento se dio a conocer la creación de un nuevo proyecto de trabajo adscrito al Centro Nacional de Investigaciones de las Artes Escénicas: el Proyecto Escena con aroma de mujer, que auspiciará el estudio y desarrollo de la labor de la mujer en la escena cubana incluyendo todas las especialidades y oficios imaginables, es decir la labor que llevan a cabo autoras teatrales, directoras, actrices, diseñadoras, técnicas, promotoras, críticas, investigadoras, y personal de salas e instalaciones teatrales.

Con todos sus objetivos cumplidos y viendo felizmente sobrepasadas sus expectativas el Taller culminó sus actividades mientras ya sus organizadores sueñan el próximo encuentro.

(enviado por Esther Suárez Durán)

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“Grandes actrices de la nueva escena cubana”. Contribuciones a la historia de la cultura y a la memoria nacional



Por Lohania Aruca Alonso



Una iniciativa que debe repetirse sostenidamente es la que se ha desarrollado en el marco del Taller Rine Leal 2010 al tratar especialmente de las actrices en la escena cubana. Durante tres jornadas (desde el miércoles 28 al viernes 30 de abril), se presentaron en forma de paneles de debate y audiovisuales, las síntesis de la obra y vida profesional de alrededor de una veintena de actrices y directoras que han estado presentes en el teatro, la televisión y el cine cubanos, por muchas décadas, y que son admiradas por un público fiel, que agradece este reconocimiento a sus “damas inolvidables”. Entre ellas a: Raquel Revueltas, Violeta Casals, Minín Bujones, Adela Escartín, Bertha Martínez, Verónica Lynn, Lilliam Llerena, Carucha Camejo, Hilda Oates, Elsa Gay…

Con lleno total en la Sala “Adolfo Llauradó”, en El Vedado, donde se escucharon y aplaudieron excelentes ponencias – en su mayor parte realizadas y presentadas por los alumnos de Teatrología de la Facultad de Arte Teatral del Instituto Superior de Arte y del Centro Nacional de Investigaciones de las Artes Escénicas (CNIAE)- , intervinieron personalidades de la escena para comentar y aportar, con inevitable emoción, sus propios recuerdos acerca de alguna de las actrices estudiadas.

En el inicio, nos comentó Nora Hamze, investigadora del CNIAE y autora de la excelente ponencia “Legitimidad de una estrella: Lilliam Llerena”, hubo una lista de 80 actrices, pero se escogieron solamente 24 para comenzar, teniendo en cuenta que se espera dar continuidad y sistematicidad al evento. Para alcanzar este fin, que se plantea nada menos que documentar el rescate y la valoración una parte importante del patrimonio espiritual de la nación, de sus actrices: se requiere de numerosas investigaciones apoyadas por jóvenes estudiantes del Instituto Superior de Arte, y también, cuando sea posible, por las protagonistas de estas historias, de sus familiares y amistades, de la prensa cultural, etc...

Aunque la idea original del evento, hacer historias de mujeres profesionalizadas en la escena, partió de investigadoras del CNIAE - su principal animadora ha sido Esther Suárez Durán -, hay otros auspiciadores del mismo: el Consejo Nacional de las Artes Escénicas; CREART; la Vicepresidencia de Patrimonio del ICAIC; el Proyecto Paloma, dirigido por Liset Vila; profesores y alumnos de la Facultad de Artes Escénicas del ISA; el Premio Nacional de Dramaturgia “La escritura de la diferencia” y el Proyecto “Imagen de Rankin”.

Actores, autores y directores cubanos de reconocida trayectoria y popularidad en los medios escénicos fueron seleccionados para la moderación de los paneles: Carlos Ruíz de la Tejera, Ramiro Guerra, Héctor Quintero, Carlos Pérez Peña, Armando Morales, y Nicolás Dorr.

Repetiríamos con gusto la manida frase”un evento de lujo”, si no fuera evidente la ausencia de especialistas de la prensa plana y otros medios de comunicación, a pesar del rico conocimiento ofrecido por panelistas, moderadores y las atinadas intervenciones de un público selecto (en el que se incluyen muchas “estrellas”, tales como Odalys Fuentes, o, la propia Verónica Lynn). Noticias culturales que no resuenan con el eco necesario, para que se conozcan, dentro y fuera, hechos de una incalculable trascendencia histórica.

Debido a ello, una simple espectadora y amante del teatro, el cine y la televisión, se toma el derecho de trasmitirla a los lectores, para alentar y, al propio tiempo, felicitar sinceramente esta contribución a la memoria nacional.

¡Que el reconocimiento público llegue siempre en su momento, y por todos los medios posibles; evitemos el ingrato olvido de nuestras glorias artísticas! Hagamos realidad el profundo sentido humano del pensamiento de José Martí: ¡Honrar, honra!

La Habana, 30 de abril de 2010.




El primer panel de la mañana. De izquierda a derecha, Lilliam Broche, Amed Haidar, Ernesto Fidel del Peral, Armando Morales y Roberto Gacio.


Lilliam Broche y Amed Haidar expusieron los resultados de su investigación en forma de una página web para Isabel Moreno... ojalá que Isabel dé su visto bueno.


El actor, crítico e investigador Roberto Gacio , uno de los más activos participantes del evento, tuvo a su cargo tres exposiciones y fue testimoniante eficaz en los trabajos de investigación de buena parte de los estudiantes.


Armando Morales, titiritero, director teatral y director general del Teatro Nacional de Guiñol, como moderador de una de las sesiones del último día de jornadas del Taller realizado en la Sala Llauradó.


La actriz Xiomara Palacio, una de las homenajeadas en la primera parte de la mañana junto al joven titiritero David Rocha, estudiante del ISA (i) y en la siguiente imagen con la también estudiante del Instituto Superior de Arte, Zoa Cuellar, ponente en el Evento.


La panelista Zoa Cuellar ofreció su exposición en forma de presentación teatral en retablo titiritero.


Eduardo Valdés, sobrino de Alicia Bustamante, recibe un prendedor de la colección Imagen Rankin (segundo de i a d) destinado a la gran actriz, de manos de la renombrada Ana Fidelia Quirós, gloria de la escena deportiva cubana. En el extremo derecho de la foto Nancy Benítez Trueba, Directora del CNiAE y de La Casona de Línea, en cuya sala teatro Adolfo Llauradó fue realizado el extisoso Taller de Investigaciones "Rine Leal".



“Alicia Bustamante: hacer reír y llorar”

A propósito del Taller de investigaciones Rine Leal, dedicado a destacadas actrices de nuestro teatro, nos acercamos a la figura de Alicia Bustamante. El camino del descubrimiento, siempre lleno de incertidumbres, tuvo el privilegio de contar esta vez con el acompañamiento de la figura estudiada; su confesión ante nuestro reclamo nos dio sosiego y seguridad: “Es para mí emocionante el ver que la juventud nos rinda homenaje cuando aún podemos disfrutarlo con ustedes. Gracias por todo. Es hermoso que distantes generaciones escribamos la historia del teatro en nuestro país una vez más”.

Su desenvoltura en la comedia era de lo poco que conocíamos de antemano de Alicia, y la motivación fundamental que nos llevaba a ella. Pero el primer hallazgo resultó el título de la entrevista inicial consultada: “Alicia Bustamante: hacer reír y llorar”. (…) Descubrimos su labor pedagógica, su interés por dirigir y su carismática personalidad, que la ha llevado a cultivar muchos afectos en el mundo laboral y en la vida privada.

El proceso se enriqueció con el inestimable aporte del testimonio de familiares y destacadas personalidades de nuestro teatro que trabajaron con ella. Ellos son: su sobrino Eduardo Lavin Valdés Bustamante, Nancy Rodríguez, Pedro Díaz Ramos, Benny Seijo, Jorge García Porrúa, Roberto Gacio, Carlos Pérez Peña, Zoa Fernández, Luis Brunet y Zenia Marabal. Por último, contamos con sus propios criterios, los cuales además de ser importantes por su contenido, fueron un estímulo extraordinario a nuestra labor.

El primer enfrentamiento de la actriz con las tablas, coincide con su integración en el grupo Teatro Universitario. Como parte de la última generación del Seminario de Arte Dramático, es heredera de las enseñanzas de Helena de Armas, Roberto Garriga y Ramonín Valenzuela. Bajo la dirección de Helena, participa en la inauguración de la sala Tespis con la obra El círculo de tiza de Li-Tzing-Tao. A partir de entonces comienza una larga trayectoria artística.

Transita por colectivos como el Conjunto Dramático Nacional, El Grupo Experimental La Rueda, Teatro Estudio y Teatro Musical de La Habana. En cada uno de ellos, Alicia se destaca por su extraordinaria disciplina, su entrega desmedida al trabajo y sus sorprendentes interpretaciones. Pero.. tres personajes fundamentales marcan la memoria de quienes vieron a Alicia en el escenario: La mujer de los Entremeses Japoneses de Yukio Mishima, la Poncia en La casa de Bernarda Alba de Lorca y la Esperanza Mayor en Sabádo Corto de Héctor Quintero.

Experimentó además en la televisión y en el cine, destacándose en filmes como Tránsito (1964), de Eduardo Manet; La muerte de un burócrata (1966), de Tomás Gutierrez Alea; Cecilia (1981), de Humberto Solás; Plaff (1988), de Juan Carlos Tabío; Adorables mentiras (1991), de Gerardo Chijona; intervino en el filme francés Chili con Carne, de Thomas Gilou (1999) y en España, Un rey en la Habana (2008), de Alexis Valdés.

Su desempeño como profesora, es otra de las grandes labores de Alicia. Su formación como docente, el dominio de más de tres idiomas, la avidez de conocimiento que la acompaña siempre, y su profunda vocación pedagógica explican su reconocido éxito como maestra de muchos profesionales de las tablas que hoy recuerdan su magisterio con gratitud.

Hoy Bustamante recibe importantes galardones en su labor como directora. Desde la placa entregada por los actores de Pachencho vivo o muerto, primer espectáculo dirigido por ella que recuerda con tanto cariño, hasta El canto de Chiquirin, seleccionada por la Alcaldía de París como la obra del año (Francia, 1996), Alicia va sembrando historias ante los ojos de miles de espectadores.

Hoy Alicia vive en Francia y continúa en su labor de actriz, directora y maestra. Allí en Europa, ha trabajado junto a la figura de Hanna Schigulla, la musa inspiradora de Fassbinder,

Alicia supo siempre embrujar a quienes la miraban desde abajo, con los ojos húmedos, a veces por reír, o por llorar. Gracias a ti, por dejarte descubrir, por permitirnos conocerte y disfrutar de tus encantos y sorpresas, por inspirarnos y sobre todo por hacernos creer una vez más en este hermoso empeño que es el teatro.

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Reescribir a Hilda

Isabel Cristina

La tarde de ayer cambió definitivamente el rumbo de una investigación iniciada hace poco más de un mes. La cita con Hilda Oates, postergada por su estancia fuera del país me hizo volver la mirada hacia las horas de estudio y la búsqueda infatigable de información. Los recortes de periódicos, las críticas, las valoraciones de importantes especialistas adquirieron un nuevo valor tras el encuentro, por lo que me fue imprescindible volver a ellos y replantearme los derroteros de un estudio que comenzó siendo impersonal, distanciado. Las fotos recopiladas antes podían ofrecerme un mismo rostro con diferente expresión, ahora encuentro detrás de cada gesto, una emoción, un tono de voz, un pensamiento.

Y como Hilda nunca llegó retrasada a un ensayo, tampoco llegó tarde hasta mí para poder reescribir su historia. Luego de escuchar atentamente a la actriz regresé a las líneas escritas en una noche cualquiera, adornadas con citas y fechas y las cambié por éstas, tal vez no tan exactas, ni tan rectas como aquellas, pero escritas desde la imagen viva de Hilda, todavía con su olor en mi mejilla.

La Premio Nacional de Teatro se reveló ante mis ojos como la niña que se escapaba para ir al circo a ver por un huequito a un león casi muerto y a las bailarinas de hermosas colas. La misma niña que quería ser como Raquel y se preguntaba por donde se entra a la pantalla, por cual puerta.

Todos hablan de las penurias económicas que sufrió cuando niña junto a su madre y sus 5 hermanas. Pero cuando no les faltaba el pan su madre le decía: -in english, Hilda, in english-. Oriunda de Jamaica la madre obligaba a las hijas a pedir el pan en inglés. Muchas veces la niña, a fuerza de ser cubana se quedaba con hambre o se llevaba el pan a la boca envuelta en llanto y rabia.

Cuando los barbudos entraron victoriosos a La Habana, Hilda salió de la cocina y se fue al teatro. -¿Quién te va a querer mirar, muchacha?- Le dijo la señora de la casa. Pero lo cierto es que pasado el tiempo llevó Hilda a la señora una invitación para el teatro y la mujer ante la grandeza de la actriz tuvo, vergonzosa, que agachar la mirada.

Luego de tres años de estudio Hilda Oates se integra al Conjunto Dramático Nacional y es allí donde conoce la obra de Eugenio Hernández Espinosa. -Él me trajo su María Antonia, la leí y le dije: Esa mujer soy yo-. Y era verdad. Pero no le fue fácil convencer a Roberto Blanco, quién le hizo pasar por numerosas pruebas antes de confiarle definitivamente el personaje. Cada día se aprendía Hilda una escena y la ponía a consideración del exigente director. María Antonia estaba dentro de sí, pero para el extraordinario Roberto no era suficiente y la actriz se sometió a rigurosas dietas hasta bajar 50 libras de peso. -Me costó mucho trabajo, pero al fin, un día, me dijo: “Tú eres mi María Antonia-. El resultado de tanto esfuerzo fue un teatro Mella abarrotado por un público que la acompañó en cada sollozo. Así fue haciendo suya la María Antonia de Eugenio de la cual aún retiene parlamentos que se le enredan en el alma y le salen desde lo más hondo embarrados de recuerdos.

Todas las fuentes advierten la excelencia de la actriz, haciéndose especial ahínco en su temperamento, su potente voz y su hermosa figura. Pero no sólo son los dones de la naturaleza los artífices de su éxito. Ella cree en la técnica, en la colocación adecuada de la voz antes del grito más espontáneo, en la dicción perfecta, en el entrenamiento del cuerpo, en la postura adecuada. Es una actriz por dentro y por fuera.

A veces tengo la amarga certeza de que me he perdido lo mejor del teatro cubano, mas ayer, con la lluvia de fondo, vi a la madre de Bodas de sangre, esculpida sobre la piel de la actriz por Berta Martìnez. La Poncia también se apareció en los labios de la actriz para demostrarme que no todo está perdido. Los versos del Apóstol también se asomaron para ratificarme la profunda vocación martiana de los guiados por el maestro Roberto Blanco. Escuché el canto de la madrina de Santa Camila de la Habana Vieja, ese que Lázaro Ross le enseñara a Hilda y que dejara maravillado a Armando Suárez del Villar.

No solo a lo mejor de nuestro teatro me dejaron entrar su voz y sus manos siempre inquietas, también algo de lo peor se afilió en mí como si lo hubiera vivido.

Cuando los nombres de las protagonistas de este Taller figuraban en una lista, no tardé en escoger a mi favorita. Había podido ver sobre las tablas de la sala Covarrubias a Hilda Oates representando Las lamentaciones de Obba Yurú de Eugenio Hernández Espinosa. La imagen de aquella mujer de más de ochenta años llorando por el amor ingrato de Changó se quedó impregnada en mi memoria. Lo que no sospechaba yo en aquel entonces era que podría tocar esas manos y sentir ese olor que tienen las madres cuando enseñan algo nuevo a sus hijos.

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